Por: MaryKar García
¿Y si te dijera que uno de los grandes maestros de mi vida no llegó en forma de logro, ni de aplausos, ni de momentos felices? Llegó en forma de caos. Desordenado, ruidoso, incómodo. Me sacó de ruta, me movio emocionalmente… y luego, me mostro verdades que nunca habría visto desde la calma.
Durante mucho tiempo, pensé que la gratitud solo vivía en los momentos “bonitos”: cuando las cosas salen bien, cuando hay salud, amor, éxito. Pero con el tiempo, descubrí otra forma de agradecer, más profunda, más valiente. Agradecer no el dolor en sí, sino lo que surgió a su alrededor: la fuerza que descubrí en mí, la persona que apareció justo cuando más lo necesitaba, la nueva mirada que nació después del desafío (recordarlo me vuelve a poner chinita la piel).
El caos tiene una manera extraña de reordenarlo todo. A veces, al quitarte lo que creías que necesitabas, te muestra lo que de verdad importa. A veces, el trabajo que perdiste abrió el espacio para el que sí te hace vibrar. A veces, la amistad que se rompió te enseñó a poner límites. A veces, esa enfermedad te obligó a escucharte por fin.
Y lo que en su momento parecía pérdida… era, en realidad, transformación.
Y no, no agradezco el dolor, la traición o la pérdida como si fueran un regalo. Eso no se romantiza. Pero sí agradezco lo que logré construir desde ahí. Lo que esa experiencia reveló en mí. Las redes de apoyo que aparecieron. El amor propio que comenzó a fortalecerse. La claridad que solo el caos pudo mostrarme.
Resignificar el caos no es justificar lo que dolió, es dejar de cargarlo con resentimiento. Es poder mirar atrás y decir: “Eso también me construyó.” Porque entender que incluso en el desorden hubo propósito, te permite soltar, sanar y volver a vivir el presente desde otro lugar: uno más ligero, más sabio, más agradecido.
Hoy quiero invitarte a que hagas un ejercicio distinto de gratitud. No con lo obvio. No con lo fácil.
Piensa en el caos que estás viviendo ahora mismo.
En lo que no entiendes. En lo que estás tratando de controlar sin lograrlo. Respira. Hazle espacio. Pregúntate:
“¿Qué sí hay alrededor de este momento difícil?”
Tal vez descubras que hay apoyo, valentía, nuevos caminos y nuevas personas.
Y aunque hoy no tengas todas las respuestas, reconoce que estás atravesando algo que, de alguna forma, te está haciendo crecer.
Agradecer el caos no es conformarse. Es reconocer tu poder para transformarlo.
Hoy no celebro los días perfectos. Hoy celebro los días reales. Los que me han hecho caer, dudar, reinventarme… y seguir.
Porque ahora lo sé y tú también que … el caos también es parte del camino hacia una vida plena. Y eso, también merece un “gracias”.
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